Por Cinthya Cabanillas Duran.
Quizás ser pobre no sea tan malo o ¿quizás sí? Es una respuesta bastante difícil para alguien que no pasa, realmente, por esa situación, pues verlo es más sencillo que vivirlo.
Rocío tiene 12 años y Rosa 80. Ellas, aparentemente son diferentes, pero tienen algunos factores en común: viven en El Porvenir, Trujillo, y están estrechamente unidas por un terrible mal: la pobreza.
Ambas pasan muchas horas en el perímetro de la Plaza Central de nuestra ciudad buscando la manera de ganarse un plato de comida. Una alegremente trabaja vendiendo golosinas y la segunda, debido a su avanzada edad, pide limosna en una calle céntrica. Lamentablemente les tocó vivir su grotesca realidad en un país donde los prejuicios sociales, las diferencias económicas y el gusto por el extranjerismo son sumamente amplios y claramente marcados. Aún así ellas, con sus más grandes esfuerzos, intentan subsistir en él. (Leer más)
Rocío tiene 12 años y Rosa 80. Ellas, aparentemente son diferentes, pero tienen algunos factores en común: viven en El Porvenir, Trujillo, y están estrechamente unidas por un terrible mal: la pobreza.
Ambas pasan muchas horas en el perímetro de la Plaza Central de nuestra ciudad buscando la manera de ganarse un plato de comida. Una alegremente trabaja vendiendo golosinas y la segunda, debido a su avanzada edad, pide limosna en una calle céntrica. Lamentablemente les tocó vivir su grotesca realidad en un país donde los prejuicios sociales, las diferencias económicas y el gusto por el extranjerismo son sumamente amplios y claramente marcados. Aún así ellas, con sus más grandes esfuerzos, intentan subsistir en él. (Leer más)
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